jueves, 14 de julio de 2011

No digo diferente, digo raro.

Escribo. Lo hago siempre que estoy mal, la mayoría de las veces es para desahogarme. Me baso en mi experiencia, en las estadísticas de mi vida, en mi opinión, mi punto de vista. Una vez leí que para conocer el por qué de que una persona es como es, para poder juzgarla ,primero, tienes que conocer e informarte de su vida: desde el primer momento que nació hasta el día de hoy, ya que es cierto que los acontecimientos que te han pasado, las cosas que te han ocurrido a lo largo de tu vida dejan huella en ti, y te hacen ser de una manera u otra.
Hoy, es un día diferente, no escribo porque estoy mal, ni necesito desahogarme. Hoy escribo porque simplemente me apetece. Tengo tantas cosas que decir, tanto de lo que hablar, mil temas que me gustaría contar. Que raro. Sí, las personas lo somos. Porque ahora mismo en mi cabeza hay millones de ideas bailando de un sitio a otro, queriendo ser expresadas y no lo consigo. Como somos, esto no es la primera vez que me pasa, y supongo que tampoco la última. Quiero creer que tampoco me sucede a mi sola. Ahora mismo solo recuerdo todos los momentos en los que he deseado hablar con una persona. Todos los momentos que he ordenado en mi cabeza las cosas que quería decir, y no son pocas, he releído mi "discurso" una y otra vez buscando errores o ideas sueltas. Y después llega el ansiado momento, cuando realmente comienzas la conversación y no solo es fruto de mi imaginación y ¿qué pasa? que te quedas en blanco. BLANCO. Sin palabras. ¿Dónde está todo lo que querías decir? ¿ Dónde?  ¿Y ese "discurso"?
Que extraño. Hay cosas que nunca me explicaré.

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